¿Empleados camuflados?
Todos usamos máscaras…metafóricamente hablando
(Dr. Arthur Neuman – The Mask, 1994)
Disfrazarnos es algo común, es parte de nuestra cultura, tanto psicológicamente, como en el comportamiento. Lo hemos adoptado como una práctica directa o tácita de acuerdo con las situaciones que enfrentamos, sea en el plano: personal, sentimental, académico, profesional y hasta en los negocios.
Los orígenes del disfraz encontramos en la prehistoria cuando los miembros de las tribus encargados de la alimentación se mimetizaban (vistiendo pieles de animales cazados y disecados previamente y, el uso de colorantes naturales en su rostro) con el objetivo de emular las características de los animales que pretendían atrapar en su nueva caza.
Al disfrazarnos, jugamos a ser otras personas, a quienes ¨admiramos o tememos” y, curiosamente forman parte de nuestra proyección personal. El nivel de creatividad y detalle del disfraz depende del contexto, el concepto del uso y fin del mismo.
El arte del disfraz lo incluimos en nuestra cotidianidad para: impresionar, pasar desapercibidos, sorprender y hasta para afianzar alguna hipótesis (sobre el personaje o nosotros mismos).
Festividades como: carnaval, halloween, fin de año, día de inocentes, son celebraciones en las cuales se ha institucionalizado el disfraz. El cosplay, que incluye un disfraz con un profundo juego de rol mucho más directo emblemático y expresivo, aparece como subcultura de gran impacto por la influencia mediática contemporánea.
Recuerdo la película “La Máscara”, 1994 protagonizada por Jim Carrey y Cameron Díaz en la cual el personaje principal, Stanley Ipkiss (Carrey) representaba un ejecutivo de un banco obsesionado con los dibujos animados y casi convencido de que su vida era mediocre y sin futuro hasta que, gracias al poder de la máscara logra transformarlo en su verdadero yo y, con ello enamorar a Tina Carlyle (Díaz) mientras defendía a la ciudad de los malhechores convirtiéndolo en un pseudo – héroe. En una parte muy relevante de la trama, Ipkiss se reúne con el psiquiatra Dr. Arthur Neuman quien personifica al autor de un libro llamado “We All Wear Masks” (Todos usamos máscaras) haciendo alusión a las diferentes poses que como seres humanos utilizamos para poder calzar en la sociedad y resolver nuestros problemas.
El arte de esconderse es una práctica conocida por algunos animales con el fin de ocultarse de los depredadores y/o despistarlos o, por otro lado, pasar desapercibidos para un futuro ataque y caza de una presa. Definitivamente esto constituye una ventaja funcional que ayuda, en una buena proporción a la supervivencia de la especie.
Podemos encontrar ejemplos fascinantes de métodos de camuflaje, los cuales (en algunos casos) han servido de ejemplo e inspiración creativa, (principalmente a nivel militar pero también para desarrollos tecnológicos y hasta en negocios) a través de la aplicación de la Bionímesis (conocida también como Bionimética) que es la ciencia que utiliza a la naturaleza como una guía de diseño para poder resolver problemas que ya se encuentran resueltos en el hábitat desde hace millones de años. Su fundamento esencial es que el modelo de la naturaleza es trascendente en el tiempo y no caduca. Parte desde el análisis funcional, patrones de colores, estructuras, sistemas internos, entre otros, y la aplicación de estos ¨modelos¨ a la construcción de tecnología y nuevos productos que mejoren la calidad de vida de las personas.
Camuflajes como: transparencias, autodecoración, distracción, contracoloración, cromática estacional, contraste, combinación con colores del ambiente, cambios activos (con movimiento) o estáticos, contornos irregulares, entre otros nos llevan a determinar que ¨El mejor ataque es un buen engaño¨
Los ¨sapos hoja¨ Rhinella margaritifera, pueden pasar totalmente inadvertidos en el suelo debido a su increíble semejanza con una hoja de árbol. El saltamontes monotípico Cathedra serrata, es un insecto que utiliza ojos falsos para poder camuflarse de sus potenciales depredadores. Cephise nuspesez, es un tipo de oruga que con su similitud a un ¨rostro falso¨ logra desganar a los hambrientos pájaros. La Mantis Deroplatys trigonodera, ha logrado mimetizarse hasta el punto de parecerse a una hoja en proceso de descomposición con el fin de confundir y cazar a sus presas. Por otro lado, el pez pescador abisal, mueve estratégicamente su cabeza con el fin de lograr que sus apéndices simulen gusanos que atraigan a otros peces para ser devorados. Finalmente, no podemos dejar de lado a la magia del lenguaje y código cromático oculto de los camaleones, que con mucha destreza emulan los escenarios en los cuales se mueven para poder cazar y/o defenderse.
Otro concepto paralelo es el camuflaje militar. Su origen remonta a la Primera Guerra Mundial y no fue precisamente en la ropa sino en: aviones, misiles, tanques y barcos para confundir al enemigo y ofuscar la ubicación geográfica de estos. Posteriormente se adaptó a la vestimenta con el mismo objetivo de engañar la visión de los adversarios.
Su inspiración estuvo arraigada en los movimientos artísticos del cubismo (iniciado por Pablo Picasso entre 1907 a 1924 en el cual su enfoque era el ¨retar la perspectiva tradicional¨) y del impresionismo (basado principalmente en la impresión causada por la luz de la vista y no necesariamente de una realidad ecuánime, cuyos exponentes principales fueron Claude Monet y Armand Guillaumin principalmente). En la segunda guerra mundial ya se utilizaron con mayor regularidad tanto como táctica de ocultación, así como para reconocer los diferentes uniformes de cada nación.
En el terreno del arte, fue Lucien-Victor Guirand de Scévola quien sería el pionero del camuflaje y entre otros podemos mencionar a Abbott H. Thayer (autor del Concealing-Coloration in the Animal Kingdom), André Marépodemos, Solomon Joshep Solomon y sin dejar de lado la influencia del camuflaje en obras de Andy Warhol. En el plano de la fotografía los invito a revisar a artistas del camuflaje fotográfico tales como; Sabina Keric and Yvonne Bayer, Desiree Palmen, Laurent La Gamba, Joshua Callahan, Fred Lebain entre otros.
Detrás de los objetivos (aparte de aquellos estéticos) del disfraz – camuflaje está el desviar la atención o el ataque hacia lo real o vulnerable.
La productividad del personal en las empresas y proyectos es uno de los temas más retadores y de enfoque desde hace muchos años. Los líderes de empresa están buscando constantemente el mejor desempeño de cada uno de los miembros de la organización y la palabra recurso se convirtió en talento y, ya no hablamos de habilidades sino de competencias.
Sea cual sea el enfoque, la productividad y compromiso hacia la empresa son un MUST en el plan de crecimiento (sea cual sea su tamaño).
A nivel empresarial la gente también utiliza comúnmente el camuflaje como parte de su comportamiento habitual frente a la empresa, visión y cultura.
Tom Peters mencionaba muy acertadamente que el enfoque de la productividad está en los operarios de producción y que se ha descuidado la productividad del personal administrativo (cuyo rol es producir ideas) debido a que no está sujeta a una cuantificación inmediata.
Cada empleado espera con ansias su quincena y/o pago mensual. El resultado de su trabajo resulta en una transacción dinero a cambio de un determinado número de horas laboradas, cumpliendo objetivos y reglas predeterminados en un perfil que (supuestamente) está adaptado al cargo (esta remuneración en muchos de los casos no es considerada justa desde el punto de vista del trabajador, pero ese no es necesariamente el punto de este análisis). Lo trascendente es el destino de dicha remuneración, que servirá para cumplir una serie de compromisos que apoyan: sueños, metas, responsabilidades, caprichos y situaciones estacionales.
Esto nos lleva a reflexionar que existen algunas preguntas que nos hace falta formularnos:
- ¿Estamos conscientes del compromiso real de parte de nuestros colaboradores?
- ¿El nivel de productividad de nuestro personal está alineado a su nivel de compromiso con la organización?
- ¿Qué tanto aportan los empleados desde el punto de vista funcional (cumpliendo)?
- ¿Qué tanto aportan los empleados desde con ideas?
- ¿El pensamiento de los empleados está alineado al de sus líderes y la visión de la empresa?
- ¿Como jefe eres el quien genera las ideas o estas también se crean en diferentes niveles de la organización de manera sistemática?
- ¿Tus empleados están disfrazando su productividad y compromiso laboral adoptando posturas que son más convenientes mayormente para ellos que para la empresa?
Mi trabajo en investigación de mercado y consultoría en marketing me ha permitido entender el clima laboral y la cultura organizacional de muchas empresas en las cuales he visto un patrón marcado. Existen mayormente tres perfiles de comportamiento detrás del verdadero significado de la productividad y compromiso;
- Los conformistas renegados: Reciben su pago por seguir órdenes. No dicen lo que piensan a pesar de tener buenas ideas y propuestas que pueden dar giros importantes al negocio y a la productividad su trabajo. No está en sus planes ¨brillar¨ frente al resto y les gusta pasar desapercibidos así eso les moleste y les haga sentirse no escuchados. El silencio es su aliado. Su nivel de compromiso es netamente funcional, mecánico, justo y estacional (cuando hay que trabajar más trabajo y cuando no, no lo hago). De vez en cuando dan ideas y se reactivan momentáneamente. Luego un instante de realidad los vuelve a su estado natural. Viven en constante frustración. Su productividad se traduce a un Tomador de Pedidos. Nivel de camuflaje: Alto (Son totalmente hábiles disfrazando muy bien su estado de ánimo y, mimetizan sus posiciones de acuerdo con intereses personales. Apuestan siempre al mejor postor)
- Los energéticos activos. Reciben su pago por decir lo que piensan y las ideas que ayudan al crecimiento y la productividad del negocio. Tuvieron éxito antes y eso alimenta su gana de seguir produciendo. Son curiosos y están investigando nuevas maneras de poder mejorar cualquier proyecto, persona, objetivo o situación. No les gusta quedarse callados y necesitan comunicar. Las relaciones son sus aliados. Su nivel de compromiso es alto por cuanto no están ligados a la tarea o empresa necesariamente sino a su creencia y convicciones. Viven en constante cambio y aprendizaje. Su productividad se traduce en un Generador de Crecimiento. Nivel de camuflaje: Bajo (No pueden ocultar su descontento y tampoco la gran entrega que tienen. Sus intereses personales están casi completamente conectados con los de la empresa)
- Los sufridores dóciles confundidos; Reciben su pago convencidos de que la palabra sacrificio, trabajo duro, dolor y esfuerzo sobrehumano es parte de la fórmula. Por lo general el trabajo es una carga y les cuesta llegar a conseguir las metas, pero más por su modelo de pensamiento y situación actual. No confían mucho en sí mismos. El día del pago y el reloj son sus mejores aliados. Su nivel de compromiso está activado por inercia y carece de fondo. Trabajan por que necesitan, no por convicción. Viven en constante estrés por cumplir. Su productividad se traduce en una Inercia Cíclica. Nivel de camuflaje: Medio (Son detectables principalmente cuando existen cambios de condiciones. No son muy hábiles escondiendo su descontento y hablan cuando son parte de una mayoría que esconde su inseguridad. La regla por lo general es el interés de todos es mi interés.)
Con mucha curiosidad he visto cambios importantes en los que algunos conformistas – renegados se han convertido en energéticos – activos. Tristemente he visto ocurrir el proceso inverso. Finalmente, siempre vamos a tener un perfil híbrido que se mueve estacionalmente entre las tres categorías.
Lo que vemos al final del día es una serie de colaboradores con un camuflaje muy elaborado para poder mimetizar su verdadera situación con la realidad (contexto) exigida por empresa. Todos cumplen, pero no sabemos exactamente qué esconden detrás de esa productividad aparentemente óptima. Ese disfraz impide que veamos lo que realmente son y quizás vulnera la productividad. Estamos recibiendo “lo justo” en muchos casos podríamos recibir más. Muchas organizaciones se encuentran en una fiesta de disfraces, pero no se dan cuenta que están ahí. La productividad y compromiso de sus empleados no es necesariamente real y existen espacios en donde debemos profundizar más.
Una de las vías para poder quitar los disfraces y entender el verdadero fin detrás de cada miembro está en las reflexiones que Tom Welchman de McKinsey London Office mencionaba muy acertadamente en una entrevista con Amanda Schmitt, Global Risk Learning Manager at McKinsey & Company; que la clave de la productividad y el compromiso consisten:
- Empatía bajo una cultura de cuidado del empleado donde el liderazgo sea más cercano, familiar.
- Generar seguridad psicológica a la gente a través de proveer un claro sentido de dirección (individual y colectiva).
- Mantener las relaciones a través de una comunicación efectiva (espacios formales e informales de comunicación doble vía) que no recaiga en sólo monólogos de parte de los líderes.
Finalmente creo que es relevante dar protagonismo a: las pausas, la reconexión, la generación de ideas para de esta manera mejorar la empresa y la vida de las personas. Es el momento en el que las empresas comiencen a responderse la siguiente pregunta:
¿En qué aspectos de la vida de mis colaboradores estoy influyendo positivamente y generando cambios transcendentales?
Una vez que nuestras acciones permitan quitar el camuflaje y ver la productividad y compromisos reales de nuestra gente podremos llegar a generar estrategias de crecimiento conjunto.
Corrección de estilo; Katherine Mera. Contacto: kathemerap333@gmail.com