Battleship y Cómo Ganarle al Tiempo
Estuve jugando Batalla Naval (llamado también hundiendo barquitos, hundir la flota o el conocido BATTLESHIP)
Cuando estaba en la escuela y el colegio con tan solo un par de hojas de papel cuadriculado, dos lápices y mi oponente que variaba por día o situación. Debo confesar que lo jugaba en recreos, pero también a mitad de alguna clase. La última opción me gustaba más ya que generaba la adrenalina equivalente a la de una montaña rusa por el miedo de ser descubierto. Ganar era una satisfacción enorme por el hecho de “saber colocar”- tus barcos y tener intuición y olfato para atacar y hundir.
Cada tablero, hecho en la hoja de cuadrículas, con la misma dimensión de tu oponente, representaba el océano en donde debías colocar estratégicamente tus barcos. Esta primera acción de posicionar tu armada (invisibles al contendiente), tenía la particularidad de decidir en función del tamaño de cada unidad. Los tamaños de la flota tenían ciertas variaciones. Mi método de juego consistía en tener los siguientes actores:
portaaviones (5 casillas consecutivas); buques (4 casillas); submarinos (3 casillas); acorazados (2 casillas); y destructores (1 casilla).
De mutuo acuerdo decidíamos cuántas de ellas usar. Casi siempre imponía tener 2 portaaviones para garantizar posibilidades de impactar, por cuanto me satisfacía la incomparable y deliciosa sensación de hundir a los grandes.
El océano estaba provisto de 2 ejes con letras, en el uno y, números en el otro de acuerdo con la dimensión preestablecida. El siguiente paso era colocar tu flota dentro de ese océano procurando no poner 2 naves juntas. Con esto cada nave tenía su posición específica, única y estratégica. Ser impactado no era una opción así que debíamos ser muy sesudos al momento de decidir dónde.
El juego iniciaba cuando: quien ganaba el turno de ser primero, disparaba hacia la flota oponente a través de indicar una coordenada (ejemplo E-7, F-1 o G-3). Quien recibía el ataque debía registrar dicha combinación en su propio tablero (océano) y manifestar si dicha casilla estaba ocupada por alguna de sus naves. Cuando la coordenada indicada por el oponente estaba vacía (no había impacto), solíamos decir: ¡falla! Pero si estaba ocupada por alguna nave teníamos la obligación de anunciar: ¡me diste! o ¡impacto! No podías mentir por cuanto violabas el código de confianza del juego. Además, que era evidente en los rostros cuando realmente acertabas tu disparo. Simplemente no lo podíamos esconder.
Quien impactaba, intuitivamente, lanzaba disparos tratando de descifrar la posición y el tipo de nave que estaba atacando. Cuando un barco estaba completamente atacado debíamos indicar: ¡hundido! Quien hundía toda la flota era el ganador.
Se cree que este juego tuvo sus orígenes en el juego francés L´Attaque, jugado durante la Primera Guerra Mundial. La versión comercial inicial salió en 1931. Fue en 1967 cuando se pudo ver la edición plástica con orificios y clavijas para, posteriormente, entrar en el mundo de los video juegos en 1979. Ahora lo podemos encontrar en cualquier consola y hasta en versión gratuita online.
¿Te has dado cuenta que, de una manera u otra, la relación que tenemos con el manejo de nuestro tiempo es prácticamente una batalla de BATTLESHIP, en donde el océano es nuestro ¨tiempo disponible¨, las casillas y coordenadas son el cronograma y las actividades que realizamos, las cuales están representadas por las naves (nuestra flota) cuyo tamaño depende del nivel de implicación – importancia – enfoque que les brindamos?
Esto no solo ocurre a nivel personal sino a nivel de proyectos (de toda índole), emprendimientos y en empresas pequeñas, medianas y grandes. Nos levantamos y el tablero ya está en juego. No lo podemos rechazar y es prácticamente obligatorio participar.
Los líderes – jefes de empresas y proyectos no se dan cuenta de la importancia de esta batalla diaria. No conocen a detalle la dimensión de los tableros, ni el nivel de importancia (tamaño) de las naves (actividades) de sus colaboradores tanto en el plano personal, profesional y sentimental.
Perder no es algo que disfrutemos, pero lo hacemos a diario. El tiempo sigue acumulando puntos mientras que nosotros (deliberadamente) seguimos bajando en el ranking clasificatorio.
Las personas pierden mayormente esta batalla por algunas razones:
- No tienen claro el tamaño y dimensiones de su océano (tiempo disponible). Calculan erróneamente las dimensiones y subestiman la extensión. Lo hacen basados en la intuición y algunos en sus propios indicadores históricos. Otros, al creerse eficientes y eficaces, reducen inconscientemente el volumen de su océano basados en una falsa creencia de poder vencer al tiempo.
- Su flota (actividades), no están pensadas en base al verdadero nivel de importancia (tamaño) y, existen naves que no deberían ser tan grandes (y otras que no deberían estar presentes pudiendo ser reemplazadas) Por lo cual, la vulnerabilidad de ser atacado por el tiempo se hace más fácil. Existen personas y empresas que sufren del ¨Efecto Zeigarnick¨ en donde el cerebro no tolera ser interrumpido y no poder culminar una tarea (descubierto por la Psicóloga Bluma Zeigarnick en la década de 1920). Bajo este efecto las personas se centran en concluir trabajos o actividades (por más insignificante que sean). El problema radica cuando el enfoque está en terminar acciones irrelevantes quitando espacios en el océano a aquellas relevantes. El tiempo, ataca y golpea tus naves cuando no cumples con lo planificado o tu cronograma no se respetó. ¡¡¡PUM!!! ¡¡Impacto directo!!
- La colocación de estas actividades importantes en el océano no es hecha de manera estratégica. Es clave determinar que merece atención primero. Colocar por colocar es cumplir por cumplir. Al final la mayoría terminan sin cumplir nada y con muchos barcos hundidos.
- El océano saturado de naves no permite navegar y/o incluir nuevas naves (las que muchas veces son más importantes y necesarias). Esto termina por postergar acciones relevantes en la vida y que deben resolverse de manera urgente. La postergación frustra y el lidiar con el ¨ataque a barcos no relevantes¨ quita el enfoque en lo importante.
- Finalmente, no existen cortes y pausas necesarios para ¨evaluar¨ el tablero. Esto lleva directamente a la ¨fatiga cognitiva¨, como lo expresa Daniel Pink en su libro ¨Cuándo¨. No existe un plan de recuperación y reinvención del tablero. No se producen nuevas ideas para mejorar la situación por resolver lo indebido. La gente avanza (juega), pero no cumple. Se frustra y repite.
Jugar se vuelve casi mecánico, algo que lo hacemos consciente e inconscientemente. De eso depende mucho el éxito al final del día. Cuando la inercia es la que mueve el tablero, perder es evidente. Estar activos, interactuar con otras personas, colocar barcos sobre nuestras pasiones, estar al aire libre, entre otros, no son parte del menú.
Muy pocos juegan a conciencia, la mayoría se deja llevar. El tiempo llega y dispara. Cada vez que impacta uno o varios de nuestros barcos significa que nos hemos descuadrado. ¿Cuándo fue la última batalla ganada? ¿Sabes qué hacer después?
Corrección de estilo; Katherine Mera. Contacto: kathemerap333@gmail.com